Manifiesto Mexicano Resumen
Denise Dresser intenta en su libro: «Manifiesto Mexicano» contarnos dónde se encuentra México como país y delinear la ruta para recuperar el rumbo perdido.
Denuncia las atrocidades sufridas en los últimos años, sobre todo durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Corrupción, violencia, desamparo del Estado. Una clase política que se limitaba a rotar en el poder, buscando su propio enriquecimiento con total impunidad.
La autora llama a esta época “los años del desencanto”. Caracterizados por una población frustrada y pasiva frente a las injusticias diarias. Conscientes de la corrupción en el gobierno, vinculado tantas veces con el narcotráfico y el crimen organizado, pero sin esperanzas de producir un cambio real en la sociedad.
Dresser plantea que el primer paso para construir un futuro es cambiar esa postura. El pueblo debe asumir un rol político protagonista. Y establece cuáles son las batallas que faltan por ganar, como la despenalización del aborto, los derechos de las minorías y recuperar la libertad de expresión. “Manifiesto Mexicano” es una lectura obligada para volvernos ciudadanos críticos y propositivos. Comencemos.
La corrupción es la regla
En México, los gobernantes siempre gozaron de impunidad gracias a la debilidad de las instituciones fiscales. Como la PGR (Procuraduría General de la República), donde el procurador es nombrado por el presidente y puede ser despedido por él. En este contexto, la compra de votos, el uso electoral de programas sociales y el desvío de recursos públicos se convirtieron en moneda corriente.
El problema es incluso más profundo. Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), la corrupción se tornó un problema institucional.
Desde la campaña del mandatario atlacomulquense financiada ilegalmente hasta la cotidianeidad ilegítima: el empresario que evade impuestos o los vecinos que se cuelgan de la luz para no pagar el servicio, por ejemplo.
Estos argumentos permiten que Peña Nieto justifique sus actos ilícitos. Pero Dresser da la vuelta a la situación: la corrupción es aceptada socialmente por culpa de tantos años de inmoralidad política.
No se trata de lo que permite la sociedad, sino de lo que las autoridades no castigan. Un Estado que viola leyes produce ciudadanos que las desobedecen, no al revés.
A diferencia de otras naciones, México no contó con una oposición fuerte en las últimas décadas. El PRI (Partido Revolucionario Institucional) alternó los mandatos del siglo XXI con el PAN (Partido Acción Nacional) hasta las elecciones de 2018.
Junto con el PRD (Partido de la Revolución Democrática) y el Partido Verde, mantuvieron las mismas actitudes corruptas. Mientras que la izquierda se dividió y no supo ser un contrapeso eficaz.